Cuando un Pueblo de Servilletas Dio Vida a una Novela
- Mateo Capelo
- Jun 1
- 2 min read
Updated: Jun 10

Las ideas más persistentes a veces nacen en los lugares más inesperados. Así fue en el caso de Fabián, un autor cuya historia comenzó bajo una mesa de restaurante, entre montones de servilletas y tardes interminables.
Cuando era niño, su padre tenía un restaurante. Después de la escuela, solía recogerlo y llevarlo al local, donde Fabián pasaba las tardes hasta que cerraban. Durante unos tres o cuatro años, ese rincón del restaurante se convirtió en su segundo hogar. Sin mucho con qué entretenerse, pasaba el tiempo acostado bajo una gran mesa, observando el ir y venir del lugar.
Lo curioso es que allí siempre había paquetes de servilletas por todos lados. Fue entonces, con apenas ocho o nueve años, cuando empezó a imaginar que aquellas servilletas formaban parte de algo más: un pueblo cubierto de nieve, con habitantes diminutos escondidos entre los pliegues del papel.
Así nació Ciudad Nevada el lugar donde inicia la novela.
Fabián comenzó a rasgar las esquinas de algunas servilletas, dándoles una forma que le permitiera imaginar que tenían piernas. Esos pequeños trozos de papel se convirtieron en ciudadanos de su pueblo ficticio. Jugaba a que peleaban entre ellos usando cuchillos de plástico como espadas. Lo que empezó como un juego silencioso, fue tomando forma en su mente como el inicio de una historia.
Con el paso de los años, la idea no se desvaneció. Todo lo contrario: se transformó. Junto a su primo Christian —quien hoy en día es uno de los editores del proyecto—, Fabián empezó a desarrollar ese mundo con mayor profundidad. Construyeron personajes, definieron un universo y le dieron coherencia a todo aquello que había comenzado con servilletas y tardes solitarias.
Aunque la historia ha evolucionado bastante a lo largo del tiempo —especialmente en cuanto a la trama y el recorrido del protagonista—, la esencia de Ciudad Nevada se ha mantenido intacta. Ni los personajes principales ni el corazón del mundo que imaginó han cambiado.
Hoy, esa idea que nació en la infancia se ha convertido en el punto de partida de una novela. Y es que, a veces, una imaginación libre y un momento de quietud bastan para dar vida a todo un universo.










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